VOA- Comenzaste en los medios tradicionales con coberturas de primer nivel, sin embargo, decidiste pasar a los medios independientes. ¿A qué se debió esta transición?
Ciertamente comencé en los medios del Estado y, quizás pude haber tenido una carrera prometedora ahí, pero en algún momento de 2018 me harté y se me acabó la capacidad de simular. Y los medios independientes aparecieron como la única y verdadera vía para aproximarme y captar la realidad menos visibilizada de Cuba: las luchas de la comunidad LGBTIQ, la crisis alimentaria, la terrible miseria de los campos, la decadencia de la industria azucarera, que se puede resumir muy rápido, pero estamos hablando de cientos de miles de vidas que pudieron haber tenido entonces un mejor presente, pero, sobre todo, un futuro más esperanzador si tuvieran realmente el poder de elegir.
La mejor forma que he encontrado de seguir aportando al fotoperiodismo cubano ahora desde fuera de Cuba es apoyar, aconsejar, asistir a aquellos profesionales y colaboradores que desean aprender y contribuir. Yo sigo aprendiendo con ellos y sigo conectado, y también sufriendo con mi país.
VOA- ¿Cómo contribuyes al fotoperiodismo cubano desde fuera de Cuba?
La mejor forma que he encontrado de seguir aportando al fotoperiodismo cubano ahora desde fuera de Cuba es apoyar, aconsejar, asistir a aquellos profesionales y colaboradores que desean aprender y contribuir. Sigo aprendiendo con ellos y sigo conectado, y también sufriendo con mi país. Desgraciadamente hay cada vez menos fotoperiodistas independientes en Cuba. A veces no queda otra opción que marcharse. Pero ver y pensar a Cuba en la distancia es una oportunidad para seguir aportando un punto de vista inusitado.